9-4-2021
V.J. Los Arcos Ayape
Hace seis meses la “vacuna buena” antiCOVID-19 era “la de Oxford”, destacando el componente científico de University of Oxford sobre el monstruo farmacéutico AstraZeneca uno de las mayores “pharma” mundiales, con sede en Cambridge.
Hoy, a pesar de las persistentes afirmaciones de la Agencia Europea de Medicamentos (AME) en cuanto a mayor beneficio que riesgo, la aparición de data que revela que la vacuna de Johnson & Jonson, también conocida como “la Janssen”, y tasas de reacciones en Moderna (2,9 casos por cada 1.000 vacunados), AstraZeneca (1,8) y Pfizer (1,7), la vacuna de AstraZeneca sigue siendo “la mala”.
Es posible que las pifias comerciales de AstraZeneca, entre otras las descubiertas y puestas en conocimiento de las autoridades de la Unión Europea (UE) por el presidente de Italia, Mario Draghi, más conocedor de los entresijos empresariales en su condición de ex presidente de Banca d´Italia y Banco Central Europeo (BCE) que como político, hayan contribuido a deteriorar la imagen del consorcio británico, pero esto es harina de otro costal que no permite calificar la calidad de su vacuna.
Las abundantes y contundentes expresiones del mundo científico y, particularmente, epidemiológico sostienen públicamente la posición de la AME y ratifican la validez de la vacuna de AstraZeneca por su relación beneficio-riesgo. Pero, de nuevo, el sentido común parece ser el menos común de los sentidos y la vocinglería logra imponer un estado de duda, en favor de una amplia gama de posibles intereses u orientaciones, no siempre legítimas.
La vacuna de AstraZeneca cambia hoy de nombre: ahora se llama Vaxzevria. No obstante, mientras el gobierno español continúe el zigzagueante rumbo actual de disposiciones que, entre otros, deja en el aire a los ciudadanos que ya recibieron la primera dosis, será difícil dejar de asociarlo con el de “astracanada.”.
Y es que a la RAE no se le ocurre nada mejor que definir “astracanada” como “acción o comportamiento públicos disparatados y ridículos”. (VJLA)