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  • V.J. Los Arcos Ayape

Policía Foral – Foru… what?


Es difícil saber con certeza si la señora María José Beaumont Aristu, ex Consejera de Presidencia, Función Pública, Interior y Justicia de Nafarroako Gobernua-Gobierno de Navarra, encontrará explicación al relato que sigue más abajo, aunque siempre es posible que sí. Alguien que fue capaz de resistir durante cuatro años la sostenida campaña de zancadillas y trampas de la hoy Navarra+, velozmente devenida en Menos Navarra, pero en incólumes sintonías estratégicas con Partido Socialista de Navarra-¿Nafarroako Socialistak?, es capaz de encontrar la explicación adecuada.


Menos difícil podría ser en lo que al mismo relato se refiere, con Juan Carlos Zapico Revuelta, el actual jefe de una plantilla foral, ya que, en principio, por no ser ésta tan numerosa, se supone que conozca bien a cada número, cuáles funciones se les asigna a cada uno y qué calificaciones poseen para ejercerlas cabalmente y no de cualquier manera.


La cosa, para ir aproximándonos un poco al grano, va de euskera y txapelgorriak y, seguramente, haga también las delicias, aunque nunca las vergüenzas, del alcalde de Iruña, Enrique Maya, y su entronizadora Maite Esporrín, quienes tanto amor declaran y tan frecuentemente, por el euskera; o por el vascuence, según sean sus audiencias. Es un amor sagrado y, como tal, lo encierran en un sagrario y lo ventilan de vez en cuando como trofeo cultural, para volver enseguida a encerrarlo.


Va de anécdota entonces. Mañana del pasado 21 de Noviembre, día martes y víspera de la celebración de Plenaria de Parlamento de Navarra-Nafarroako Parlamentua. Encontrándome en Iruña-Pamplona y deseoso de asistir a la sesión, me apersoné en la entrada de la sede, a fines de confirmación horaria y, si fuese necesario, cubrir cualquier eventualidad de trámite para acceder, no obstante haber asistido a sesiones anteriores sin preámbulo alguno.


Atiende un funcionario respondiendo a mi “egun on” en castellano y preguntando qué deseaba, lo cual explico igualmente en este mismo idioma co-oficial, incluyendo mi condición de periodista. Las facilidades de acceso que tuve en ocasiones anteriores están ausentes en esta; se arguye que se necesita estar acreditado, pero en el departamento de prensa “están ocupados”. Explico que no me importaría asistir como público, pero “ez dut ulertzen dut zergatik…” se me ocurre decir algo como belarriprest. con décadas de residencia fuera de Euskal Herria. ¡Mejor que no!.


La respuesta del funcionario fue un ampuloso “yo no entiendo nada de lo que Usted me está diciendo”, con una particularidad: me lo dijo ostentosamente en inglés, al mejor estilo del “Twenty” de la antigua Escuela de Comercio, sosteniendo que yo no era periodista y que, por lo tanto, no podría acceder a la sesión parlamentaria del día siguiente. Respondí, siempre en inglés, aunque más con acento californiano de la “Teacher Alice”, de la cercana Dormitatería 18, que sí era periodista y, circunstancialmente, nacido en la calle Mañueta de Iruña. ¡Ahí sí que ardió Troya!


El foral cambió inmediatamente al francés en tono aún más pretencioso, si cabe, en la lengua de Molière: Le ratifiqué, igualmente en francés, que soy periodista y nacido en calle Mañueta. Dijo lo que dio la gana, le respondí “et pourtant je suis un journaliste“ ; no tuvo mejor ocurrencia que decirme °vous parlez français comme une vache”, siendo ripostado, en recuerdo del Premio Alfonso X y escolapio Iriarte, mi primer profesor de francés, seguido luego por el matrimonio Dupouy, con un °et vous, comme un mouton”.. ¡Uy, el termómetro a punto de estallar!


Regresa el foral al castellano, intento continuar en alemán, pero no me sigue; probablemente, hasta allí llegó su poliglotismo. Insistió en que yo no era periodista, le mostré mis acreditaciones como tal que le demostrarían su error. En lugar de revisarlas, el foral vuelve a decir en alta voz lo que le dio la gana; mis respuestas al tropel foral fueron, deliberadamente, en voz tan alta o más que lo que yo recibía, hasta una media docena de veces, un “tú eres un grosero”, con un dedo apuntándole, para que no hubiera confusión de a quién me refería y que no estaba dispuesto a dejarme atropellar. Otro foral me invitó con un “salga Usted, por favor”; salí y hasta hoy.


Al mes de ocurrido para asegurar de que cualquier eventual “calentura” no desdibujara ni fondo ni alcance reales de un incidente que nunca debió ocurrir, esa es mi versión. Obviamente, el foral podría dar otra totalmente contraria. Hay para elegir entre versiones pero sí hay, por lo menos, un dato que, por confesión de parte, es incuestionable: el foral no habla euskera. La deducción es simple: la lingua navarrorum no parece encontrar ni comprensión ni cabida en el acceso al Parlamento de Navarra-Nafarroako Parlamentua.


Razón tiene el Consejo de Europa al dar su último varapalo a los enemigos del euskera y un estirón de orejas a los tibios que se autopregonan progresistas y respetuosos de una lengua cuyo progreso, les guste o no, avanza a pesar de todas las trampas y barreras que se le ponen.


El episodio relatado más arriba se produce, con mayor o menor intensidad, en cualquier establecimiento de la administración pública de Navarra. Sería cuestión de indagar qué piensan, en este momento, la sucursal navarra de Unión General de Trabajadores (UGT) y el Sindicato de Personal Administrativo (SPA), cuyas posiciones tras la última gran decisión del Tribunal Superior de Justicia de Navarra (TJSN) sobre méritos euskera en la administración pública llenan de rubor.


Ruboriza que sea precisamente en la sede parlamentaria, sede social y popular de la co-oficialidad lingüística de Nafarroa-Navarra, el bloqueo al euskera comience, justamente, con el concurso de una policía presuntamente popular identificada en su uniforme, pero solo en su uniforme como Policía Foral-Foru… Foru what? (VJLA)


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